sábado, 17 de enero de 2009

Y ME CREIA QUE ESTO SOLO PASABA EN LAS PELICULAS

Me dedico a vender allí donde puedo, que siempre es menos de lo que debería. Mi familia come de esto y las consideraciones políticas de según qué bloqueos es algo que me suele traer al fresco. Nos suele traer, diría yo.

Dichos bloqueos suelen estar basados en decisiones político-económicas, y los primeros que suelen atentar contra las normas del libre mercado son los Liberales a ultranza.

Cuando el Gobierno de Francia se oponía a la Guerra de Irak, no le era ajeno el volumen de negocio que hacía con el Régimen de Sadam Hussein, justo el que sus "amigos" americanos no hacían. (Ahora es al revés, por cierto)

La tecnología que intento vender, ni sirve para montar centrales nucleares, con sus bombas adosadas, ni hace que el "Imperio" pueda sentirse en súbito peligro. Esto me recuerda aquellos barcos que España intentó vender a Venezuela y cómo "nuestros aliados" nos prohibieron venderles la tecnología, al tiempo que ellos les compran miles de barriles de petroleo todos los días.

Estábamos intentando vender unos equipos para que los periodistas deportivos de un País de los que en la empresa llamamos "el eje del mal", pudiesen retransmitir los partidos de futbol dominicales. Dada la cantidad de equipos a suministrar tuvimos que invitar a 3 personas a que visitaran nuestra empresa, pudiesen realizar pruebas en fábrica, etc, debido a las trabas que, incluso con Embajada allí, hay que hacer frente en cualquier operación con ellos debido al bloqueo económico impuesto por cuatro listos que deciden que ya que ellos lo tienen complicado, se lo joden a todos y así cuando ellos puedan vender, habrá más a suministrar.

Si no se realizan esos trámites en fábrica y luego hay algún malentendido, solucionarlo puede ser eterno debido a trabas burocráticas internacionales. Y a mi empresa en general, y a mí en particular, los negocios me gustan a largo plazo. Los pelotazos están bien para los malos futbolistas. Me gusta que me compren una vez, se queden satisfechos y me compren muchas más.

Les atendimos como solemos. Estuvimos una semana con ellos, enseñándoles la fábrica y el proceso de producción, solventando dudas y comprobando la fiabilidad de los equipos. Por la tarde noche les sacábamos a pasear y a cenar, lo normal. Debido al País del qué venían, tampoco les hicimos una demostración completa del Madrid "la nuit", no sea que les gustase y se quedasen ;-) (A ver quién compraba luego)

Marcharon satisfechos y, al cabo de un par de meses, nos llegó el pedido el cual, nos llevó un trabajo logístico suplementario para que el sobrino aburrido del "Tío Sam" no se entretuviese demasiado con nosotros.

Insisto, es acojonante que tengamos que tener estas precauciones con un país con el que el nuestro mantiene relaciones diplomáticas plenas, a causa de las decisiones de dudosa soberanía universal que pueda llevar a cabo otro Gobierno.

Al cabo de medio año recibo una llamada de un responsable de un Ministerio (Perdonad que no sea más explícito, joder, blanco y en botella). Dado que tambien somos proveedores suyos, le atiendo. Me comenta que quiere realizar una encuesta interna de comercio y tecnología y que si puedo colaborar. Acepto. Dado que ese País en concreto lo atendía un comercial recién llegado, le pido que se una a la reunión que tendría lugar a la semana siguiente.

Recien llegada la persona, donde digo digo, digo Diego y en vez de ser de un Ministerio es de otro y lo que quiere saber es que hemos hecho esa semanita de marras con nuestros invitados. Por supuesto, me comenta que nos podemos negar a colaborar.

Si yo fuese abogado me hubiese puesto muy digno y estirado, pero como soy un pobre ingeniero, y a estos pavos les habíamos enseñado unos equipos, les habíamos llevado a comer y a cenar y les habíamos dejado en la puerta de las habitaciones de su hotel (Arroparlos ya nos parecían demasiadas atenciones), decidí saber un poco más en manos de quién estamos...y me quedé acojonado.

Sabía absolutamente todo. Sus nombres, vuelos, hoteles, restaurantes a los que habían ido. Cuando nos preguntó si, durante los días que habían estado con nosotros, les habíamos perdido en algún momento de vista, me dió la risa. (No acostumbro a entrar a limpiar el culo a nadie que no sea yo, por muy invitado que sea)

Señores, eso del Gran Hermano yo creía que era un programa de Televisión en el que, por cierto, tuve algo que ver en tiempos.

A partir de ese día, a la hora de acostarme, miro debajo de la cama, no sea que haya alguien espiándome.

1 comentario:

Mela dijo...

Kikas... casi todo lo que pasa en una película puede pasar en la realidad... ya que la realidad suele superar a la ficción
A mí no se me ocurriría mirar debajo de la cama... por si acaso ;-)